La impotencia de no poder luchar contra un monstruo mundial ha conseguido sumergir en un letargo a la clase trabajadora, escéptica ante cualquier posibilidad de protesta colectiva, lo cual lleva a la desmovilización de los trabajadores. Si la protesta no es global, somos como una hormiga luchando contra un elefante. Muchos están disgustados por las reformas actuales, pero esa disconformidad no se traduce en movimientos revindicativos, sólo en quejas individuales que mueren nada más nacer.
¿Quién va a hacer algo? No esperemos que sean los partidos políticos y gobiernos. Los partidos políticos dependen enormemente de los bancos. Los gobiernos dependen del orden mundial capitalista. Los sindicatos (en España), dependen económicamente del gobierno. ¿Quién va a liderar una revolución? ¡Y se supone que nos representan! Hemos perdido el control.
Además, los medios más próximos al capital, agravan la situación. En LibertadDigital podemos leer:
"Los ciudadanos han vencido a los energúmenos.", acompañado de montones de fotos de incidentes violentos. Sólo enseñan las cosas que sostengan su tesis: "los huelguistas son unos salvajes. Únete a nuestro civilizado capitalismo".
Misión cumplida